Tras formarse en Buenos Aires, Pablo se desempeña como Investigador Adjunto del CONICET en el IBB y trabaja junta a su becaria sobre este virus de denuncia obligatoria.
El Dr. Pablo Schierloh es oriundo de Villaguay e hizo su carrera académica en la Universidad de Buenos Aires. Estudió Biología en la UBA y se doctoró en Química Biológica con una beca del CONICET en el laboratorio de mycobacterias de la Academia Nacional de Medicina, con trabajos sobre la tuberculosis. En 2011 ingresó a la carrera de Investigador y desde 2015 se desempeña como Investigador Adjunto del CONICET. A principios de este año se mudó con su familia a Paraná e inició sus tareas en el Instituto de Investigación y Desarrollo en Bioingeniería y Bioinformática (IBB) en la Facultad de Ingeniería de la Universidad Nacional de Entre Ríos. Estudia sobre el Hantavirus en asociación con el Instituto MALBRÁN y el Instituto Karolinska (Suecia). Desde el país europeo muestran intereses en nuestro país ya que Argentina y Chile tienen el único genotipo del virus que se transmite entre personas.
-¿Hay un solo tipo de Hantavirus?
-No, son una familia de virus que se llaman así porque a los primeros los aislaron en la década del 70 cerca del río Hantan, en Corea del Sur. Desde ahí aparecieron los primeros casos reconocidos por la medicina occidental. En un principio se creía que estaban distribuidos solamente en Asia y Europa, pero desde 1993 aparecieron casos en Estados Unidos. Esos fueron los primeros casos de Hantavirus del continente y vieron que era una patología mucho más grave que la ya conocida. La europea produce síntomas renales y fiebre hemorrágica, pero el Hantavirus de América es mucho más patogénico, tiene síntomas cardiorrespiratorios y su mortalidad llega hasta el 40%.
-¿Vos trabajás sobre uno en específico?
-Empezamos acá con el tipo sudamericano y luego nos contactamos con el instituto en Suecia donde mi becaria, Marina García, comenzó a probar en cultivos de células con el americano, el asiático y el europeo para comparar a nivel celular. El que circula en nuestro país es el que se conoce como Andes, pero ahora ya estamos trabajando con todos.
-¿Cómo te podés contagiar?
-Con las excretas de los ratones. Entrás a un galpón y movés un recipiente, por ejemplo. Ahí levantás polvo o aerosoles y suspendidos en esas partículas está el Hantavirus. Si vos abrís las ventanas y dejás que la luz del sol entre en un lugar que estuvo cerrado con muchos ratones disminuís el riesgo ya que el virus se inactiva por la radiación ultravioleta. Entonces lo que se recomienda es ventilar e iluminar antes de trabajar.
-Siempre a través de ratones…
-El hospedero natural es el ratón, pero se ha detectado en murciélagos en Brasil hace poco. Por lo general en pequeños roedores. En américa son por los ratones de campo, solamente. Los ratones comunes de casa no transmiten Hantavirus, en Asia sí porque son distintos genotipos de virus.
-¿Qué tiempos tiene la enfermedad?
-Es muy variable, depende entre otras cosas, de la dosis con la que te infectes. No es lo mismo respirar una gotita que tener contacto con grandes cantidades. Eso acorta, si el contacto es demasiado grande, el período de incubación. Este es asintomático, de 9 a 30 días desde que te infectaste hasta que presentás el primer síntoma. Eso es importante porque se puede no tener síntomas, pero se puede contagiar a otro. Andes es el único tipo del virus que se puede contagiar entre personas. Después sigue una fase prodrómica, que es una fiebre con dolor en las articulaciones, entonces ahí se puede confundir con otras enfermedades febriles como Dengue, Leptospirosis e incluso una gripe fuerte lo que dificulta el diagnóstico. Si te pasa en una época invernal por ejemplo, cuando consultás al médico te mandan a la casa porque nadie piensa en Hantavirus. Esa fase febril puede durar 5 días y luego sucede la fase respiratoria, que es muy rápida porque el pulmón se llena de líquido y el servicio de terapia intensiva tiene que estar alerta. Por eso es tan importante el diagnóstico temprano, que está en el foco de nuestra investigación. Si no te hacen un diagnóstico rápido…
-¿Y tratamiento?
-No existe. Esa es otra línea de estudio interesante para trabajar. En una colaboración que mantuvimos con gente de los Estados Unidos lo que se buscaba era obtener de los pacientes los linfocitos B que produzcan anticuerpos neutralizantes, que a una persona ya le hayan otorgado inmunidad. A partir de esos linfocitos B obtener anticuerpos purificados para el tratamiento.
-El propio cuerpo desarrolla la defensa…
-Exacto. Los linfocitos B son células del sistema inmune que pueden producir anticuerpos que neutralizan el virus. A partir de un paciente que se curó -que tiene inmunidad- se busca obtener esa subpoblación de linfocitos B productores de esos anticuerpos antivirus. Si uno puede clonar esos productores de anticuerpos podría producirlo farmacológicamente. Existen en el mercado sistemas parecidos para HIV, por ejemplo.
-Entonces se trabaja sobre el síntoma…
-Por ahora se trabaja lo que se llama terapia se sostén, para que el paciente sobreviva ese período agudo de la enfermedad porque después el cuerpo mismo se va curando. El tema es salvarle esa ventana de sintomatología muy aguda, que se logra con la terapia de sostén, con la terapia intensiva: por lo general asistencia respiratoria. No te curan, sino que trabajan sobre los síntomas para que el paciente supere la fase crítica.
-A este estudio lo llevás adelante con tu becaria…
-Hasta ahora si, aunque como pronto finalizará su tesis y seguirá su carrera en el exterior planeamos incorporar nuevos miembros y colaboradores al grupo. Tenemos proyectado vincularnos con la gente de epidemiología para seguir estudios con muestras de pacientes y con estudiantes de bioinformática para modelar las moléculas que tiene este virus en la superficie. Actualmente estamos reformulando nuestro abordaje experimental pensando en lo que se puede hacer en la facultad ya que para manejar esta clase virus in vitro uno necesita toda una infraestructura por bioseguridad.
-¿Y a qué objetivos apuntan?
-En la tesis hicimos la descripción de las células B en la fase aguda de la enfermedad. Lo que nos interesa ahora es ver cómo están esas mismas células en la sangre del paciente ya recuperado y qué aspecto tienen: si ignoran al virus o si permanecen activadas, lo que se conoce como “memoria inmunológica”. A partir de distintas técnicas de inmunología podés ver el status en el que están las células y así predecir su función.