Las facultades de Ingeniería y Ciencias Agropecuarias, junto con el INTA, implementan un Plan de Monitoreo Ambiental a pedido del Municipio. Están comenzando a realizarse las tomas de muestras, que buscarán determinar la presencia y la concentración de contaminantes agrícolas en suelo, aire y aguas subterráneas.


A partir de una demanda del Municipio y la comunidad de Oro Verde, y a través de un proyecto de Estrategias de Articulación Territorial, la Facultad de Ingeniería y la Facultad de Ciencias Agropecuarias de la UNER, en conjunto con el Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA), desarrollan un Plan de Monitoreo Ambiental para la localidad. El objetivo general consiste en diseñar e implementar un sistema de monitoreo que pueda continuar siendo aplicado por el municipio.

El proyecto tiene una duración de 18 meses y es dirigido desde el Laboratorio de Química Ambiental “Ing. Hugo Barbagelata” de la FIUNER. Fundamenta que en los últimos años “se presentaron cambios en los usos del suelo y en la fisonomía de la localidad, que fue pasando de ser una localidad rural a satélite de una gran urbe como Paraná, poniendo en tensión dos usos de la tierra: residencial y agropecuario”.

También recuerda que en 2019 un trabajo de tesis del Departamento de Recursos Naturales y Gestión Ambiental del INTA Paraná analizó la presencia de glifosato y su principal metabolito ambiental, AMPA, en el aire de Oro Verde. El hallazgo generó preocupación en la población y el gobierno local solicitó asistencia a la FIUNER para el desarrollo de un plan, que consiste en monitorear no sólo el aire sino también del suelo y el agua, y evaluar la presencia y también la eventual concentración de agroquímicos.

Muestras

El equipo del proyecto diseñó un plan de muestreo y determinó tres puntos estratégicos: el centro y casco urbano más poblado; el sur, aproximadamente en la zona frente al INTA; y el área de El Triangular. Se realizarán protocolos de muestreo siguiendo normas internacionales y se redactarán tres protocolos: de agua subterránea, de suelos en espacios públicos y de aire en seco (partículas) y húmedo (lluvias). Para esto se utilizarán seis colectores de depositación atmosférica del INTA, se tomarán muestras de cinco pozos de agua subterránea y de suelo en cinco espacios de uso común.

El comienzo del monitoreo estaba previsto para marzo pero se atrasó por las dificultades del contexto de la pandemia y por la escasez de precipitaciones, ya que se necesita la presencia de lluvia para la siembra y aplicación de plaguicidas. El muestreo está dividido en tres etapas, acordes a los momentos de presiembra, siembra y cosecha. Ya se comenzó con la primera, según explicó el director del proyecto, Enrique Paravani, titular de la cátedra de Química General Inorgánica y director del Laboratorio de Química Ambiental.

Respecto de la posible contaminación ambiental, consideró que “es un llamado de atención. Es un tema pujante, pero hay que tener datos, analizarlos y a partir de ahí tomar medidas”. Por ello, “medir la presencia pero también la concentración de plaguicidas es importante, porque puede haber en algún momento pero con concentración mínima, que no tendría injerencia sobre la comunidad”, indicó Paravani. El proyecto, además, relevará no sólo la presencia y concentración de glifosato, “sino también de muchos residuos, para tener un panorama en todo el municipio”.

Análisis

Los análisis fisicoquímicos de las muestras de suelos se realizarán en el Laboratorio de Suelos de la FCA-UNER; los de las muestras de agua en el Laboratorio de Química Ambiental de la FIUNER; y los de depositación atmosférica en el Laboratorio del Departamento de Recursos Naturales y Gestión Ambiental del INTA Paraná. Además, se enviarán alícuotas de cada muestra al Laboratorio de Investigación y Análisis de Residuos y Contaminantes Químicos (PRINARC) de la Facultad de Ingeniería Química de la UNL, que “cuenta con un equipo de última generación, que permite analizar más de 50 moléculas de los principales herbicidas, insecticidas y fungicidas”, destaca el proyecto.

Paravani advirtió el hecho de que Entre Ríos carezca de tecnología para hacer análisis de plaguicidas. “Hace tiempo venimos pidiendo y gestionando la adquisición de un equipo. Sale 600 mil dólares. Es un monto importante, pero para una provincia 30 o 40 millones de pesos no es tanto, teniendo en cuenta el potencial”, señaló.

Resultados

Como etapa final, el proyecto elaborará un documento con los resultados, que se publicará en la página web del Municipio y se socializará en reuniones con autoridades comunales y con la comunidad en general. También se realizarán propuestas y recomendaciones para dar continuidad al sistema de monitoreo.

El director del proyecto se refirió a los aportes pueden realizarse desde la FIUNER ante la problemática. “Bioingeniería, Bioinformática e Ingeniería en Transporte tienen materias muy afines, como Química General e Inorgánica y Química Orgánica y Biológica. El Transporte también es un participante importante, por ejemplo ante la contaminación atmosférica, que si bien no lo planteamos en este proyecto, es un tema a abordar. Las tres carreras tienen una fuerte impronta ambiental”, ponderó Paravani.

El equipo

Además del director, el proyecto cuenta como co-directora con Carolina Sasal (INTA Paraná) y como integrantes con: Carolina Galetto, Mariana Bianchi y Gabriela Acosta por la FIUNER; Valeria Ormaechea y Silvana Spizzo por la FIUNER y la FCA-UNER; José Daniel Oszust, María Romina Befani y Carolina Elisabet Waigand por la FCA-UNER; Javier Fernández por la FIUNER y la Secretaría de Medio Ambiente del Municipio; Mariela Seehaus, Emmanuel Gabioud, Natalia Van Opstal y Marcelo Wilson y Ana Wingeyer por el INTA Paraná.

 

 

 

 

 

 

 

 

 




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