Jesuana Aizcorbe se graduó como bioingeniera en la FIUNER en 2005. Trabaja en la Comisión Nacional de Energía Atómica, en la Gerencia de Aplicaciones Nucleares de la Salud, y como docente en la cátedra de Radiodiagnóstico y Radioterapia de la carrera de Bioingeniería. Es, desde hace un año, presidenta del Consejo de Administración de la Fundación Centro de Medicina Nuclear y Molecular Entre Ríos (Cemener) de Oro Verde.

Marianela Pacheco egresó como bioingeniera de la FIUNER en 2017. Inició su vínculo con la Fundación al realizar su Práctica Profesional Supervisada (PPS), la primera que se hizo entre la Facultad y el Cemener, y también hizo su proyecto final en el Centro. Luego de recibirse ingresó a la Fundación como becaria en el área de Procesos y Procedimientos tras la cual quedó de forma permanente. Desde junio de este año es Gerenta General del Cemener.

La Fundación Cemener nació en 2015 de la articulación de tres instituciones públicas: el Gobierno de Entre Ríos cedió los terrenos para la construcción del Centro, cuya obra civil estuvo a cargo del Instituto de Obras Sociales de la Provincia de Entre Ríos (IOSPER), mientras que la Comisión Nacional de Energía Atómica aportó los equipamientos médicos y tecnológicos para su puesta en funcionamiento.

La Fundación hizo pie en tres aspectos principales como servicios del Cemener: diagnóstico, tratamiento y docencia e investigación. Entre sus múltiples prestaciones se cuentan tomografías PET (por emisión de positrones) y SPECT (por emisión de fotón único), resonancias y ecografías. Entre los tratamientos se destacan la quimioterapia, radioterapia externa, radiocirugía (practicada en muy pocos lugares del país) y braquiterapia de alta tasa, entre otros.

“La fundación vino a marcar una diferencia en la región por su alto nivel tecnológico y permitió que hoy se puedan resolver acá un montón de prestaciones que antes tenían que derivarse fuera de la provincia. Incluso recibimos pacientes de otras provincias y países como Paraguay y Bolivia. Además, el lugar es muy tranquilo”, valoró Marianela Pacheco.

Por su parte, Jesuana Aizcorbe resaltó: “Hubo una fuerte inversión del Estado Nacional a través de la CNEA para la compra de los equipos, que están instalados hace seis años y siguen siendo tope de gama y lo más avanzado. Sumado a los importantes aportes del IOSPER y el Gobierno de la provincia a través de la realización de prestaciones para sus afiliados y pacientes de escasos recursos económicos. Sin estas inversiones no podríamos hacer esas prácticas”.

También ponderó la apuesta de la Fundación a la formación de recursos humanos profesionales. “En cualquier área, hoy el capital humano es un punto crítico, porque faltan ingenieros, ingenieras, médicas y médicos, entre otros”, advirtió la presidenta de la Fundación. Actualmente, el Cemener avanza en implementar su propia y primera residencia médica con el apoyo de la provincia a través del Ministerio de Salud.

El Centro emplea a unas 110 personas, entre su planta permanente y los profesionales que prestan servicios. Hay médicos, ingenieros, físicos, técnicos y licenciados en imágenes, enfermería, farmacéutica, instrumentadoras, administrativos y mantenimiento.

Respecto de las herramientas que brinda la bioingeniería para ocupar puestos de gestión en instituciones de salud, Aizcorbe analizó: “La formación de la carrera es generalista y brinda una visión integral del sector de salud. ¿Cuál es la función o el objetivo de un lugar como Fundación Cemener en esta región? La idea es pensar cómo se inserta y contribuye a mejorar el sistema de salud, no desde una cuestión competitiva sino de aporte".

"Muchas cosas que recorrí en la Facultad me permiten pensar esto”, mencionó la bioingeniera, además Especialista en Radioquímica y Aplicaciones Nucleares.

Pacheco coincidió y añadió su experiencia: “La carrera me fue muy útil. Me dio muchas herramientas desde el punto de vista técnico para entender el funcionamiento del Centro”. Durante su beca en el área de Procesos y Procedimientos, describió, "era el nexo entre la parte administrativa y los servicios médicos. Después, estuve como responsable operativa: evaluaba los distintos sectores, hacía mediciones de tiempos y tareas y definía los recursos necesarios y cómo trabajar en cada sector”.

Sobre sus responsabilidades actuales, admitió: “Para una posición de Gerencia me fue necesario complementar y fortalecer mi formación con aspectos relacionados a las finanzas, a la administración y al manejo de los recursos humanos”. Para ello hizo una maestría en Administración y Finanzas.

Jesuana Aizcorbe tiene a cargo la coordinación y ejecución de las políticas, el horizonte y los objetivos que determina en Consejo de Administración de la Fundación. Esto incluye la integración con otras fundaciones que pertenecen al Plan Nacional de Medicina Nuclear y los lineamientos de Docencia e Investigación que cumple Cemener.

“Si bien lo asistencial siempre es más absorbente o demandante, tratamos de que en todos los servicios y sectores del Cemener haya investigación vinculada a atención de pacientes, procesos, procedimientos, equipos o estudios”, enfatizó la bioingeniera. La planificación también es esencial en la gestión institucional. Por ejemplo, actualmente está en un avanzado estado de construcción el Centro de la Mujer del Cemener.

Siguiendo el vínculo entre formación y desarrollo profesional, Jesuana señaló: “El paso por la universidad no es solamente adquirir conocimientos o herramientas técnicas. No es una fábrica de profesionales. Es algo mucho más amplio, como pensar otros escenarios posibles”. Recordó discusiones con compañeros, charlas con docentes, visitas a otras instituciones y su participación del Consejo Directivo y el Centro de Estudiantes, todos componentes de un perfil profesional. “Lo colectivo también enriquece. Mi paso por la universidad enriqueció mi mirada más allá de lo técnico”, resumió.

Marianela, por su lado, enfatizó en la relación entre la FIUNER y el Cemener: “La presencia de la Fundación acercó más nuestra carrera a la práctica. Empezaron a hacerse muchos trabajos en conjunto. Cada vez que un alumno o alumna quiere hacer un proyecto final, una pasantía, una visita o hablar con algún profesional tratamos de hacer el tiempo y el espacio para ese intercambio, porque lo entendemos muy importante como parte de la formación”.

Por último, Aizcorbe puso de relieve la consolidación de graduados en Bioingeniería en lugares de jerarquía del sistema sanitario. “Los profesionales hicieron el recorrido junto con la carrera. Hoy en cualquier hospital hay un departamento de Ingeniería Clínica, hay ingenieros e ingenieras en cualquier lugar del sistema de salud, inclusive en la gestión dentro de las obras sociales”.

“Después de casi 40 años, el lugar que ocupan bioingenieros y bioingenieras en el ámbito de la salud es mucho más conocido y estandarizado. Tradicionalmente, las instituciones eran siempre encabezadas por médicos y eso está abriéndose. Me parece saludable”, consideró.

Y, aún así, las bioingenieras resaltan las posibilidades profesionales y de formación que se abren a sus colegas. Pacheco afirmó: “Cada vez hay más perfiles que se orientan a la gestión y para eso necesitamos otras herramientas. Espacios como el Cemener tienen un impacto enorme en la región, porque elevan las posibilidades de la gente que está acá de capacitarse en un lugar con una tecnología muy avanzada”.




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