Matías Kamlofsky es un bioingeniero egresado de la Facultad de Ingeniería de la UNER que hace más de 10 años se desempeña en el ámbito de la electrofisiología, aportando conocimientos de tecnología y medicina en equipos interdisciplinarios de cardiología.


El graduado de la UNER trabaja hace 10 años para una empresa norteamericana, Abbot (ex St. Jude Medical). Kamlofsky se especializó en electrofisiología en Estados Unidos.

“La empresa requiere que las personas que estén dando soportes clínicos de campo estén capacitados bajo un entrenamiento estandarizado”, indicó. Y explicó que el entrenamiento en estas disciplinas y especialidades “nos lleva un año adicional dentro de la empresa, donde estudiamos cardiología en más profundidad: arritmias, señales eléctricas, protocolos de estimulación del músculo y uso de catéteres, entre otros conocimientos”.

El ex alumno de la FIUNER es uno de los ingenieros que se dedica a la electrofisiología en el país. "Hubo pioneros en la Argentina, como Guillermo Delorenzi, hace unos 15 años. Innovó con el uso de navegadores cardíacos”, recordó.

Se trata de uno de los equipamientos específicos que se usan en electrofisiología, junto con los equipos de ablación por radiofrecuencia o las bombas de perfusión de catéteres irrigados.

“El navegador requiere ser manejado por personal idóneo, con conocimientos tecnológicos y de medicina. Ahí los bioingenieros podemos desenvolvernos como peces en el agua, porque la carrera nos ha nutrido con la base para encarar estos desafíos”, destacó Kamlofsky.

(Foto: Navegador Cardíaco 3D no fluoroscópico. Se utilizó en un procedimiento con un paciente chagásico)

El navegador cardíaco 3D no fluoroscópico permite localizar los electrodos que poseen los catéteres de ablación y diagnóstico que el médico electrofisiólogo inserta en el paciente a través de punciones inguinales de venas o arterias femorales, a los cuales sube hacia las diferentes cavidades cardíacas.

Una vez ubicados estos catéteres dentro de las cavidades, el sistema los muestra en la pantalla de manera tridimensional con precisión menor a 1 milímetro. Luego el médico los manipula desde afuera del paciente, por medio de comandos manuales ubicados en el mango del material, moviéndolos por dentro de las cámaras cardíacas de interés.

Esto permite que el sistema guarde las diferentes posiciones de los electrodos y, a su vez, la información muscular eléctrica que registran estos catéteres de manera simultánea proveniente del contacto con el tejido endocárdico durante la contracción anómala (arritmia) o normal (ritmo sinusal).

El resultado final de este proceso es la reconstrucción anatómica 3D de la cavidad cardíaca acompañada del registro eléctrico ordenado y clasificado proyectado sobre esta superficie anatómica, llamada geometría. El proceso se denomina mapeo electroanatómico.

(Foto: Mapeo de Activación. Es la expresión de una secuencia ordenada de colores de la contracción del musculo cardiaco, en este caso visto desde afuera del corazón o epicardio)

Según resaltó el graduado de la Facultad de Ingeniería, actualmente las intervenciones cardíacas en las que trabajan bioingenieros especializados en electrofisiología rondan los 200 casos mensuales.

Son alrededor de 15 ingenieros que operan en Salta, Jujuy, Formosa, Chaco, Tucumán, Córdoba, San Luis, Mendoza, Bahía Blanca, Ciudad Autónoma de Buenos Aires y Neuquén. “Estamos tratando de avanzar en Entre Ríos con esto que en el país lleva mucho tiempo”, aseguró sobre la Electrofisiología: “la especialización en la parte eléctrica del corazón”, según definió.

(Foto: círculos de colores que indican donde se hizo la aplicación de calor por radiofrecuencia para corregir el tejido alterado y evitar que la arritmia vuelva a aparecer)

La mayoría de los profesionales que operan navegadores cardíacos son bioingenieros e ingenieros biomédicos -que se ocupan del soporte clínico- e ingenieros eléctricos -que se dedican a instalaciones.

Respecto de los ámbitos de las intervenciones, Kamlofsky contó que “los electrofisiólogos normalmente usan salas de hemodinamia, con navegador, mesa de anestesia, equipos de rayos, de ablación por radiofrecuencia y de ecografía”. En ese lugar el bioingeniero trabaja con equipos interdisciplinarios compuestos por médicos cardiólogos, personal de instrumentación, técnicos de rayos, anestesiólogos y personal ambulante.

El profesional especializado en Estados Unidos valoró la necesidad de una formación específica en electrofisiología en la Facultad de Ingeniería. Señaló que el tema concita atención y puso como como ejemplo la tesis con la que se graduó recientemente el bioingeniero Facundo Mordini, titulada "El rol del bioingeniero en una sala de electrofisiología".

Kamlofsky afirmó: “es un área en expansión. De hecho, Abbot no es la única empresa que ofrece esta tecnología en el país. Debemos ser por lo menos 15 bioingenieros e ingenieros biomédicos en esta especialidad. Además de la formación que puede ofrecer la Facultad en aspectos teóricos y de aplicabilidad, sería interesante encontrar colegas que quieran hacer tesis en desarrollo de tecnologías o procesamiento de señales eléctricas del corazón. Hay un amplio espectro de actividades que pueden hacerse en la especialidad”, auguró.

Y ponderó la formación que ofrece esta unidad académica para el desempeño profesional. “La mayoría de los bioingenieros que trabajamos en esto somos egresados de la FIUNER. Nos conocimos de pasada en la facultad. Quiero destacar el buen clima de trabajo y la predisposición para formar equipo. El trabajo que se hace en la Facultad de Ingeniería, en lo que refiere a responsabilidad de los profesionales que egresan y a la relación con los profesionales de la salud y los pacientes, es para elogiar”, finalizó.




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